3 may 2013

A Burbulla do Emprendemento


Nin comparto todo o que afirma Alejandro Suárez no seu blog nin tampouco lle quito a razón. Sinxelamente creo que é un artigo para ler, meditar e pensar que tanto falar de Emprendemento sen xeito non é máis que unha operación de marketing para lavar conciencias.


"Éste es uno de esos posts que sé, de antemano, que desatará la ira de algunos amigos, que interpretarán que es una crítica sectorial y que mi obligación moral es negarlo hasta la extenuación. Yo no lo entiendo así, y creo que ha llegado el momento de decirlo con firmeza. 

En mi opinión esto del emprendimiento ha cruzado -impulsado por la situación, los políticos y la mercadotecnia- ciertas líneas rojas. Como si fuera la trilogía de la Guerra de las Galaxias: de los creadores de La burbuja puntocom (2000) y El ladrillo nunca baja (2004-2007) llega a nuestras pantallas la última secuela, Emprende o muere (2013).

No soy sospechoso de no haber emprendido o de no trabajar y colaborar con todo tipo de asociaciones pro emprendimiento. De hecho, he invertido en una decena de compañías y proyectos de emprendedores. Aún así, es evidente que eso no me legitima, pero me gustaría dejar mi opinión.

¿Hay una burbuja en todo lo relacionado con el emprendimiento? Yo creo que sí, y esta burbuja es cada vez más evidente. 

Recuerdo los comienzos del boom de la telefonía móvil. Hace ya muchos años, pero me impactó el día que descubrí cómo si tomabas una copa por la noche en un local en la calle Serrano de Madrid, te daban un teléfono móvil sólo con la condición de darlo de alta. Era la caza y captura de un cliente para el que había espacio: todos éramos potenciales usuarios y podíamos tener un teléfono móvil.

No todos podemos ni debemos ser emprendedores. Es una falacia animar indiscriminadamente a todo el mundo a ello. Muchas personas no tienen la formación, la trayectoria ni el momento personal y social para asumirlo. Y aunque no venda el decirlo, es así. No todo el mundo puede emprender, aunque si prácticamente todos podemos tener nuestro teléfono móvil.

Es clásica la historia -ya sea verídica o no- del chófer de Rockefeller, en la que se cuenta que cuando éste le indicó a su jefe que iba a comprar acciones en bolsa, dio la orden de salir del mercado con todo su patrimonio.

No sé qué opinaría hoy del emprendimiento el propio Rockefeller si viera que marcas de zumos, como Vivesoy, montan viveros de empresas; igual que quesos Angulo se ha subido al carro lanzando también un centro similar. Tengo sudores fríos pensando que un día, al ir a comprar una caja de yogures, me regalarán un emprendedor en una bolsa de regalo por el mismo precio.

Si cada persona que dice estar para ayudar, formar, impulsar y facilitar a los emprendedores en España tuviera que pagar por ello una licencia de un euro, sería un ingreso para el Estado de tal calibre que estoy convencido que podría llegar a paliar la caída de ingresos por licencia de obras y que, dicho con ironía, bajaría la prima de riesgo. Por supuesto, hay mucha gente que ayuda: estaban ya antes y seguirán estando.

Es cierto. Pero también hay mucho advenedizo de nuevo cuño, que ni estaba ni estará y que no deja de ser como el empleado de banca que en 1999 salía de su sector para montar una puntocom ya que era lo que tocaba. Después, años más tarde, explotada ya la burbuja, volvía a su sitio, que nunca debió abandonar. Detrás quedaba para los que lo sufrimos, un sector arrasado que tardó mucho en recuperarse.

No se me entienda mal; me parece fantástico todo el apoyo del mundo al emprendendimiento, pero se nos está yendo de las manos. La diferencia entre una moda y una realidad sólida es que las modas las arrancan los influencers. En este caso, los medios de comunicación y políticos bombardean machaconamente, pero cuando la moda pasa, años más tarde, no queda nada. Ésa es la pena, que tras está moda o burbuja, se desmontarán esos viveros e incubadoras, y de ellos no va a quedar ni siquiera un mal recuerdo de lo que fue su página web.

Muchas empresas del Ibex están empeñadas en contradecir su propia historia, apoyando al emprendedor durante los próximos años. Eso ha sido una reclamación histórica y es fantástico, ya que tienen medios para hacer muchas cosas. Lamentablemente, veo cómo se trata de un concepto más de marketing, e incluso destacaría cómo algunos bancos parecen utilizarlo para lavar sus conciencias. 

Son bienvenidas las acciones de emprendimiento, destinadas a las escuelas y universidades, con objetivo sembrar el espíritu emprendedor y ayudar a las iniciativas de forma sostenida y estable. 

Pero la mayoría, tristemente, van contra el presupuesto de marketing. Conceptos como dar pequeños premios -casi limosnas- a emprendedores, y gastarse diez o veinte veces más esa cantidad en publicidad para comunicarlo son prueba de ello. Es como dar a un indigente 100 euros y comprar un anuncio en el periódico por 10.000 para explicar lo que has hecho, creyendo estar limpiando tu conciencia con ello. 

Puede incluso mejorar tu imagen temporalmente, pero la gente que se informa, que analiza y que hoy tiene internet para darle vueltas a las cosas y ver varias fuentes, acabará descubriendo lo que haces."

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